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Autora: Emer O’Toole
¿Qué es la pobreza menstrual?
La pobreza menstrual es un término general que describe las barreras socioeconómicas que impiden a las mujeres, las niñas y las personas que menstrúan controlar sus periodos con seguridad y dignidad. Se manifiesta de diversas maneras, desde las más invisibles (saltarse las comidas a fin de reunir dinero para comprar tampones y papel higiénico) hasta las más graves (no tener acceso a un baño o ducha).
Aunque la vergüenza de sustituir las compresas por calcetines viejos o papel de periódico deja cicatrices emocionales evidentes, las consecuencias de la desigualdad menstrual no son solo psicológicas, sino que causan estragos en las perspectivas profesionales y educativas de las mujeres y las niñas, y las hacen más vulnerables a problemas de salud mental y reproductiva.
¿Es la pobreza mensual un problema en Madrid?
Por supuesto. Aunque en Occidente asociemos la pobreza mensual a países en desarrollo, lo cierto es que Kenia va muy por delante de EE. UU. y Europa en lo referente a igualdad menstrual, pues se convirtió en el primer país en recortar el impuesto sobre los tampones en 2004. Aun así, la pobreza higiénica afecta a 500 millones de personas en todo el mundo, prueba de lo cual es que 1 de 4 mujeres europeas se ven obligadas a elegir entre comprar alimentos o productos de higiene femenina.
Aunque la desigualdad menstrual en España sigue sin investigarse, se estima que afecta a dos de cada diez españolas. Y Madrid no supone la excepción. Ana Enrich, cofundadora de la división española de @PeriodMovement, destaca que “allá donde hay pobreza, se da también la pobreza menstrual”.
Si bien Madrid es la región más rica de España, también figura entre las más desiguales, con casi un millón de madrileñxs que sufren una precariedad económica extrema. Ya antes de la llegada del Covid-19, los madrileños con bajos ingresos se veían afectados por los recortes de los servicios públicos, y la crisis del coronavirus no ha hecho más que crear barreras adicionales e invisibles en la salud y la higiene.
Pasar tiempo al aire libre es clave para mantener a raya el virus y guardar la distancia social necesaria, pero el acceso a los baños públicos (que ya de por sí escaseaban en Madrid) sigue siendo limitado, lo que obliga a las mujeres a pagar por el privilegio de usar un servicio fuera de casa. La pandemia también ha exacerbado la desigualdad de género. Mientras que las mujeres de todo el mundo han ocupado la primera línea profesional y doméstica todo este tiempo, las españolas han tenido que conformarse con verse afectadas de manera desproporcionada por el desempleo asociado a la crisis actual.
Las comunidades marginadas no son las únicas a las que se les cobra un impuesto por su sexo. Las mujeres españolas gastan, de media, 6 000 € en productos de higiene a lo largo de sus vidas, y dado que ganan un 14 % menos que sus homólogos masculinos, no es que puedan precisamente permitirse semejante gasto.
En la mayoría de los países, los productos de higiene femenina son clasificados como bienes de lujo y se gravan como tal, de forma que las compresas llevan la correspondiente etiqueta del 10 % de IVA en España. Al mismo tiempo, la viagra se considera un ‘producto básico’, cuyo tipo impositivo es del 4 %.
¿Qué se puede hacer en Madrid?
A escala mundial, la pobreza menstrual está dejando de ser un tabú, en gran parte gracias a la presión ejercida por los organizadores de base sobre los gobiernos y las empresas.
En 2020, Escocia se convirtió en el primer país en hacer gratuitas las compresas y los tampones, seguida de Francia, Irlanda y Bélgica, quienes están adoptando medidas para incrementar y facilitar su disponibilidad. En otros rincones del planeta, la entonces adolescente Amika George y su campaña #freeperiods (períodos sin coste) impulsaron al gobierno inglés a proporcionar productos gratuitos en sus escuelas, y se prevé que Nueva Zelanda haga lo propio.
España, por su parte, ha tenido un comportamiento desigual. Desde 2018, los productos de higiene íntima no están sujetos a impuestos en las Islas Canarias, a lo cual se suma que la Universidad de Vigo acaba de convertirse en la primera institución de educación superior en España en ofrecer a estudiantes y personal compresas y tampones gratuitos.
Asociaciones como Amba por una Menstruación Digna (cuya sede se encuentra en la localidad de Pinto), luchan por la concienciación sobre la estigmatización de la menstruación, un tema bastante recurrente en Valencia también. En el pico de la pandemia, la empresa catalana Farmaconfort donó 100 000 productos de higiene íntima a mujeres en situaciones de vulnerabilidad, y la ONG Mensajeros de la Paz incluye compresas en sus paquetes de ayuda.
No obstante, los avances no se han producido de manera constante. Paloma Alma, activista madrileña y fundadora de CYCLO Menstruación Sostenible, ha condenado la falta de compromiso de cara a abordar la pobreza mensual de frente en un artículo reciente de HuffPost. El año pasado, Amba denunció a OKDiario después de que publicaran, de manera furtiva y satirizada, su conversación acerca de la pobreza menstrual, lo cual no es sino un triste recordatorio de que la mayor barrera para la igualdad menstrual es la trivialización de los derechos de las mujeres.
Las elecciones del 4M.
Más Madrid ha hecho de la pobreza menstrual un elemento clave de su campaña del 4M. La candidata Mónica García, anestesióloga de profesión, ha sido noticia este mes por distribuir folletos en forma de compresa por la Gran Vía.
El El programa electoral de MM sugiere que no se trata ni mucho menos de una maniobra publicitaria: además de manifestar el compromiso del partido con la mejora de la educación sexual, los cánones de belleza de los medios de comunicación y los derechos reproductivos, su sección “feminismos” destaca la intención de MM de que los productos de higiene íntima sean de libre acceso en todos los espacios públicos de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, lejos de conformarse con hacer un llamamiento al gobierno a reducir el IVA de los productos de higiene íntima al 4 %, MM además subraya la importancia de la educación de cara a eliminar el estigma que rodea la desigualdad menstrual.
La izquierda: luchar para que los productos anticonceptivos y de higiene íntima sean gratis para las mujeres.
En consonancia con su compromiso de avanzar hacia un “mundo feminista”, Podemos tiene pensado regular que los anticonceptivos y productos de higiene íntima sean gratuitos para las mujeres. El partido lleva bastante tiempo echándole en cara al gobierno su negativa a reducir el impuesto sobre los tampones, una tasa ya denunciada en anteriores ocasiones por el PSOE. A su vez, las Juventudes Socialistas de Madrid hacen hincapié en que ‘la menstruación es política’.
La derecha: controlar tu útero.
Sin embargo, a juzgar por sus programas electorales, el interés de los candidatos de la derecha del 4M por la salud reproductiva empieza y termina con el control de los úteros, en lugar de legislar en materia de mejora de la vida de las mujeres. El programa de Vox Madrid se limita a reducir a las mujeres a su función como madres, lo cual se entiende mejor si conocemos que la única mención al feminismo por parte del partido es su promesa de eliminarlo.
Ayuso votó en contra de la reducción de impuestos sobre los tampones
Ya en 2016, el Partido Popular suscitó la polémica al votar en contra de una propuesta de reducción de los impuestos sobre los tampones, una votación que contó con la abstención de Ciudadanos. En los últimos años, pocos cambios se han producido al respecto. A pesar de insistir en su compromiso de lograr una sociedad “igualitaria y avanzada”, donde hombres y mujeres puedan vivir con “dignidad” y “donde nadie se quede atrás”, el programa electoral del PP no reconoce ni hace mención de la pobreza menstrual.
En resumen, cualquier persona que menstrúe es incapaz de prosperar en una sociedad cuya dificultad para acceder a los servicios sanitarios interfiere en su capacidad de trabajar, estudiar o poner un plato caliente sobre la mesa. La pobreza menstrual es más que un hashtag feminista: es una crisis de salud pública, justicia social y derechos humanos. Más claro no se puede decir: es una cuestión de vida o muerte.
Las miles de madrileñas que sufren en silencio no deberían quedar a merced de desconocidos, voluntarios o activistas online. Necesitan liderazgo y políticos que den prioridad a la salud, la higiene y la felicidad de sus ciudadanos.
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